El operativo, desplegado por miembros de la Prefectura Naval, Policía Federal y Policía de Seguridad Aeroportuaria, se activó cuando los manifestantes intentaron cortar la calle y dar la vuelta al Congreso por la esquina de Rivadavia y Callao, completamente vallada.
Las fuerzas de seguridad avanzaron con escudos para desalojar la zona y replegar a los manifestantes hacia la Plaza del Congreso. Como consecuencia, el tránsito se vio interrumpido sobre avenida Rivadavia y se generaron demoras en la intersección con Callao.
Los participantes denunciaron el uso de gas pimienta y represión física. “Se abusan de nosotros y salen a reprimir. Nos tiran gases. Nos tiraron al piso, me pisaron la mano. Nosotros venimos con un cartel, no con armas”, denunció un jubilado de 73 años visiblemente afectado.
Uno de los momentos de mayor tensión ocurrió cuando fue aprehendido el padre Paco Olveira, quien ya había sido herido en una manifestación anterior. Esta vez fue detenido momentáneamente por efectivos, en medio de la represión. “Íbamos a estar en el anexo del Congreso, en la vereda, pero estaba todo vallado. Le tienen miedo a los curas, ya no mandamos al infierno”, ironizó Olveira tras ser liberado.
Entre los gritos de los presentes se repitieron críticas a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, por el uso del protocolo antipiquete. “Esto es una vergüenza. Hasta que esto no se solucione, no voy a parar. Mi sangre va a correr, la tuya también”, lanzó una mujer frente a las cámaras.
La marcha, como cada semana, fue convocada por el grupo de jubilados autoconvocados que desde hace años exigen un aumento real de las jubilaciones mínimas, actualmente fijadas en $366.481,75, monto que denuncian como insuficiente para cubrir el costo de vida.
La movilización incluyó también a un pequeño contingente del sindicato ATE, en reclamo por condiciones laborales en el PAMI. Además, aunque en menor número que en jornadas anteriores, algunas columnas del Polo Obrero y el MST acompañaron la manifestación.
El clima de tensión remite a lo ocurrido semanas atrás, cuando una protesta similar terminó con enfrentamientos aún más violentos, la presencia de barras bravas y el fotógrafo Pablo Grillo gravemente herido, quien aún permanece internado en el Hospital Ramos Mejía.