En un principio, Rosa debió pagar impuestos por su puesto de venta a la municipalidad de Garupá -“aunque eso no me parece bien me dejaba más tranquila”-, comentó al respecto. Después de la pandemia, estos impuestos le fueron retirados y Rosa siguió agrandando su puesto incorporando ropas, calzados, carteras y otros artículos.
Con el paso del tiempo, otros vecinos se fueron incorporando a esta actividad diaria, aportando a la feria más artículos como juguetes, joyas, alimentos, yuyos, plantas etc. -“Tratamos de tener más o menos lo que los vecinos pueden querer comprar al paso” - comentaron otras vendedoras, cuyas historias no son muy diferentes a la de Rosa. Son vecinas y vecinos del barrio que se acercan cada día, a las cinco de la mañana, a preparar sus puestos, en los que van a estar atendiendo a lo largo de todo el día, en la mayoría de los casos.
A excepción de Rosa, los demás vecinos que se unieron a la feria, cuentan con otros ingresos mensuales que, al ser tan bajos, deben ser complementados con las ganancias que puedan obtener en la feria. Por eso, para ellos es importante volver cada dia, aunque el anterior no haya sido tan bueno -“tengo que venir a vender todos los días para tener para mi puchero”- comentó finalmente Rosa.