A las horas, tanto el niño como la víctima confesaron ante la madre, Andrea V., lo sucedido. La mujer de inmediato dio aviso a la policía y llamó a sus familiares para interpelar al kiosquero. “Cuando fuimos con mi hermano, el hombre estaba con un machete y su pareja sentadas afuera, riéndose. Ahí mi hermano los enfrentó”, reconstruyó la mujer en entrevista con El Territorio. Esa misma noche, algunos vecinos, al tomar conocimiento de la denuncia y bajo la consigna de la “justicia por mano propia”, incendiaron varias pertenencias del acusado sobre la calle.
En un principio, la pareja del kiosquero fue detenida por resistencia e imputada por encubrimiento. Tras varias semanas, fue excarcelada, quedando sólo el hombre a disposición de la justicia.
Según relató entonces Andrea -mamá de la víctima- a este matutino, se enteró del ataque por medio de su hijo mayor. “No sé cómo mi hija llegó a estar dentro de la casa, pero mi hijo vio por el picaporte que ese señor la estaba manoseando”, reconstruyó la mujer que notó que algo en él no andaba bien, cuando éste regresó al hogar.
Los ánimos eran obvios en el rostro del niño: con total inocencia, sólo atinó a pedir perdón por la situación que sufrió su hermana. “Lo veía medio triste y ahí le pregunté. Entonces mi nene me dijo 'mamá, perdóname que no le pude defender a mi hermanita', y ahí pensé lo peor”, reconoció Andrea.
Al rato “mi hija también me pidió perdón y empezó a llorar desconsoladamente”: al segundo, la niña logró contar lo vivido. Siguiendo su relación, no era la primera vez que Julio la abusaba de esa manera. Incluso “la amenazaba, diciendo que si me contaba yo iba a ir presa”, añadió la madre.
Aturdida y conmovida por tal confesión, Andrea se acercó a la vivienda del acusado para confrontarlo. Una vez allí, el hombre se habría auto incriminado porque “fue él mismo el que me dijo que no le había hecho nada a mi hija, sin que yo le preguntara”, indicó, lo que incrementó sus sospechas hacia él.
Según describió Andrea, el acusado se mostraba apático a la situación e incluso se reía a carcajadas junto a su pareja. Esa secuencia enfureció a la mujer, quien entonces atinó a llamar a su hermano para discutir con el kiosquero.
En un ambiente caldeado, los agentes arribaron al lugar para proceder a la detención del matrimonio y tomar la denuncia. Pero la pareja del imputado “lo escondía y decía que él no vivía ahí, que yo estaba mintiendo y que para qué le mandaba a comprar a mi hija”, criticó Andrea. “Los niños no mienten, ¿cómo van a intentar culpar a mi hija de esto?”, sentenció. Los exámenes ginecológicos confirmaron el ataque sexual.
Amenazas
Por si fuera poco, la denuncia molestó a familiares del acusado, quienes -según señaló Andrea- se arremetieron contra ella y sus hijos y los amenazaron, a piedrazos y golpes en el portón de su casa, para que se retracten de la denuncia policial. En un principio, la familia contó con gran apoyo de varios vecinos en la cuadra.
Sin embargo, los episodios de agresión escalaron a tal punto que la mujer decidió mudarse -provisoriamente- de La Querencia. Ante la inseguridad viva, requirió un botón antipánico a la justicia para dar aviso a las autoridades y policías de cualquier situación amenazante.
“Fuimos a sacar a mi hermana de su casa: en un estado de shock nos llamó diciendo que fueron a apedrear su casa ya tirar un cuchillo, amenazándola”, contó ante medios locales Araceli, hermana de Andrea y tía de la víctima. La madre todavía lamenta: “Le robaron la inocencia a una nena de 9 años”.
Fuente: territoriodigital.com.ar