La respuesta, que podría parecer insólita para quienes no están familiarizados con la vida dentro del Vaticano, es sencilla: el papa no cobra ningún sueldo. Esta política no es nueva y fue confirmada por su predecesor, el papa Francisco, en el documental Amén. Francisco responde, dirigido por Jordi Évole. “A mí no me pagan nada”, explicó en ese momento el pontífice argentino. “Cuando necesito plata para comprarme zapatos o algo así, voy y la pido”, agregó con naturalidad.
La lógica detrás de esta práctica responde a la visión espiritual del papado: la misión del Santo Padre no es una función asalariada, sino un servicio absoluto a la Iglesia. Aunque no recibe un sueldo, el Vaticano cubre todas las necesidades del papa, desde su vestimenta hasta su alojamiento, su alimentación, su seguridad y atención médica. En términos prácticos, esto implica que vive sin necesidades materiales insatisfechas, pero también sin acceso personal a dinero.
Distinto es el caso de quienes forman parte de la Curia Romana, es decir, aquellos que desempeñan funciones administrativas o diplomáticas dentro del Estado Vaticano. Cardenales, obispos y otros funcionarios eclesiásticos sí reciben una retribución mensual por sus responsabilidades. Se estima que un cardenal que trabaja en la Curia puede cobrar alrededor de 5.000 euros mensuales, mientras que sacerdotes y obispos perciben sueldos que oscilan entre los 1.500 y 2.500 euros. Además, tienen acceso a viviendas dentro del Vaticano, servicios médicos y comercios con precios subsidiados.
El sostenimiento económico del Vaticano se basa en diversas fuentes de ingresos. Una de las más tradicionales es el Óbolo de San Pedro, una colecta anual que se realiza en todas las parroquias del mundo para apoyar las obras de caridad del papa. A esta contribución voluntaria se suman ingresos derivados del turismo, la venta de estampillas y monedas conmemorativas, donaciones privadas y las inversiones que gestiona el propio Estado vaticano.
La asunción formal de León XIV se realizará el próximo domingo 18 de mayo en Roma, en una ceremonia que contará con la presencia de numerosos jefes de Estado, líderes religiosos y figuras de la diplomacia internacional. Entre los asistentes confirmados estarán el presidente argentino Javier Milei y el presidente estadounidense Donald Trump, quienes participarán del acto litúrgico que marcará el inicio oficial de un nuevo pontificado en la Iglesia Católica.